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Yoga y respiración

 

 

 

 

 

Han pasado tres años desde mi última publicación en este blog.

Ha sido un tiempo en el que he seguido trabajando con el yoga, pero también con otras cosas que han necesitado mucho de mi tiempo.

Las clases han continuado, los alumnos nuevos han ido llegando con sus necesidades específicas, pero al igual que mis circunstancias han ido cambiado, la de los nuevos alumnos que han ido llegando también.

Ahora vienen con más conflictos, por llamarlo de alguna forma, que antes.  Uno ahora se acerca al yoga cuando la vida ya le ha dado un aviso importante…llámese ataque de ansiedad profundo, angina de pecho o incluso infarto. Y en muchos casos, incluso han tenido que pasar un tiempo ingresados en el hospital.

También han llegado aquellos con tanto dolor a nivel físico, que el miedo les ha bloqueado para permitir darse una oportunidad así mismos. En estos casos en concreto, hasta su mente estaba colapsada por el miedo.

En cualquiera de los casos y sea cual sea el motivo por el que uno se acerca al yoga, lo cierto es que lo que más me asombra a pesar de los años en esto, es que «no respiran». Es decir, sí que respiran evidentemente, pero a un nivel tan, tan superficial que se me hace difícil entender como pueden sobrevivir.

Y con eso es con lo primero que hay que trabajar cuando comenzamos a realizar yoga. Uno tiene que «reaprender a vivir» a nivel a respiratorio.

Pero si lo primero que hacemos como profesores con alguien que llega de nuevas y no sabe respirar adecuadamente, es sentarlo en la posición del loto y comenzar hacer respiraciones específicas de yoga, sea cual sea, va a terminar odiando al profesor, odiándose así mismos y odiando el yoga…porque se agobian.

La gran mayoría, por no decir todos, llegan a clase con respiración clavicular. Este tipo de respiración es la más superficial de todas, la que nos permite subsistir, la llamo. El resto del tronco está inerte. Ni se mueve.  En esta respiración hay un bloqueo del diafragma generalmente por causas emocionales, pero también cuando hay preocupación o cuando estamos intentando mantener nuestras ideas por encima de todo.

La respiración clavicular, tensa todo el cuerpo. No se mueven ni las fosas nasales. Entra tan poco oxígeno que nuestras células no reciben los nutrientes que necesitan.

Luego está la respiración costal.  Es la frecuentemente más utilizada, sobre todo cuando los músculos abdominales no tienen tono, están débiles. En este tipo de respiración y puesto que comprende la zona media del pecho, lo más lógico es que se movilizara la zona clavicular, pero hay casos en que la tensión en las mandíbulas y cuello es tan profunda, que se puede llegar a respirar con la zona media de los pulmones, sin casi llenar la zona alta. La tensión es muy, muy profunda. Pero es muy útil utilizarla cuando hay bloqueos físicos dorsales importantes.

Y por último la respiración abdominal. Para mí, la que es más importante poner a trabajar con los nuevos alumnos, porque sus beneficios son los que antes van a sentir si perseveran. Desde movilizar todos los órganos abdominales por el movimiento del diafragma, a oxigenar mejor la sangre, liberar ansiedad y «los nudos en el estómago» y es la más relajante.

Cada quién y según sus bloqueos o problemas, respira con una o como mucho con dos de ellas, pero si vamos integrando los tres tipos de respiración poco a poco en las posturas de yoga, llegaremos a la respiración completa.

La respiración completa, que se realiza en tres fases, aparte de una mayor oxigenación y relajación, nos irá dando autocontrol, porque aprendemos a dirigir todo el proceso de nuestra respiración. Primero de una forma consciente, y más tarde la integramos de tal forma que se hace durante toda nuestra vida. Nos dará más claridad y concentración en nuestro día a día.

Pero esto en clase se hace de forma en la que el alumno ni se da cuenta. Desde el primer momento se le enseña a que sienta qué zona de su cuerpo «respira» en la postura que se está realizando. Al principio ni la siente, cosa muy normal, porque esa zona ni se mueve.

Pero poco a poco, la va despertando. Ayuda a que sus músculos despierten, se suelten y liberen la articulación implicada…y de ahí que mejore el dolor articular.

Por eso es tan importante la respiración en yoga. Hay que hacerse consciente de ella. Sin respiración no hay yoga.

Pero vuelvo a insistir…Si agobiamos con ejercicios respiratorios a quién llega totalmente bloqueado, poca ayuda le podremos ofrecer, excepto a que abandones antes de obtener ningún beneficio.

Date un tiempo, permítete un mes para intentarlo…eso de «probar» una clase para ver como es, es una de tantas resistencias que te pones para permanecer en ese miedo y bloqueo con el que te has acostumbrado a convivir, y con el que se sigue alimentando la ansiedad y el dolor.

¿Y tú? ¿Qué tipo de respiración crees que utilizas más?

Prometo no tardar de nuevo tres años en volver.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

 

 

Diario de un curso..(1)

 

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Bueno, pues aquí estoy… Un año más, un nuevo curso, con las mismas ganas que el año pasado de apuntarme hacer aquello que hace varios años deseo y tengo hacer por prescripción médica. Aquello a lo que todos los años llamo por teléfono y pregunto horarios y precio y que cuando ya lo sé (que ya lo sabía) pues respondo que tengo que decírselo a mi amiga por si desea acompañarme, porque yo ya llevo varios años pidiéndole que me acompañe, pero es que a ella “eso no le va”, de forma que aquí sigo año tras año, curso tras curso, contándole a esta persona (que imagino tiene que estar hasta los mismos de mí, pero que me da igual) los mismos problemas que le conté el año pasado y el anterior y el anterior al anterior, pero ahora más agravados porque el tiempo no pasa en balde y cuando hay problemas degenerativos la cosa va a peor, pero yo sigo haciéndole las mismas preguntas, contándole los mismos miedos, las mismas dudas, incluso si me deja y no me corta le hablo hasta de mi marido y los problemas que me da, porque el otro día ya hasta me gritó enfadado que a ver cuando me decido de una puñetera vez hacer algo con este problema, pero es que el no me entiende.
Y sí, ya llevo tres cursos llamando y haciendo las mismas preguntas, no entiendo porqué se ha enfadado y me ha dicho que le llame en Agosto..¡qué desagradable ha sido! ¿Acaso no entiende que tengo que pensarme las cosas?

 

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

YOGA, con mayúsculas…..

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Hay muchos tipos y formas de yoga, ya lo sabemos, y más que saldrán para ir conformando a todos aquellos que piensan que todo puede innovarse. Y no digo que no sea así, hay ciertas cosas que se tienen que ir adaptando a los tiempos, pero no por innovar hay que perder la esencia ni la perspectiva. Siempre he dicho que YOGA, así con mayúsculas solo hay uno, por muy diferentes nombres que se le pongan dependiendo del Maestro o Gurú, porque la meta es la misma pero por diferentes caminos.
Pero hoy no quiero hablar de los diferentes tipos de Yoga, sino de la forma que tenemos en general, de hacer yoga.
Porque puedo realizar Yoga con mayúsculas, y yoga así, con minúsculas. ¿Cuál es la diferencia?….
Tengo diferentes grupos de yoga y cada uno de ellos mueve energías distintas, y a pesar de que las clases para uno y otro grupo son las mismas no todos reciben lo mismo, porque aquello “de que lo semejante se atrae y de que cada uno obtiene lo que viene buscando”, es una verdad que aquí como en otras cosas se hace muy patente.
Aquí como en cualquier otra actividad grupal, existe el alumno conflictivo, el protestón, el revotado, el listillo, el introvertido, el extrovertido, el conciliador….La magia ocurre cuando en la práctica, cada uno deja de ser una unidad y se transforman en grupo, es ahí donde la energía se tansforma y se comienza a trabajar en vertical y no en horizontal, que es donde nos movemos práctica y asiduamente. Es trabajando en grupo cuando el profesor percibe como se van produciendo los cambios, pero lo mejor es cuando el propio alumn@ lo percibe y comienza a «sentirse y vivirse».
Crear grupos dentro de un grupo u horario de yoga, es nocivo, tanto para el profes@r como para el propio alumn@. La energía se estanca, no crece, y la práctica se vuelve espesa, ya no es Yoga, es simplemente yoga. Y si el grupo no crece, el profes@r tampoco lo hace, y la enseñanza se vuelve difícil, pierde el atractivo y no se puede transmitir más allá de lo que la masa desea.

 

Hacer Yoga con mayúsculas es venir tranquilo, olvidarse del móvil una vez se entra en el Centro. Cambiar el tono de voz, cambiar la actitud.

 

Hacer Yoga con mayúsculas es ser capaz de cambiar mi lugar en el salón para realizar la clase; ser capaz de ver “las cosas” con perspectiva diferente. El decir que si cambio de sitio en el lugar donde realizo mis sesiones de yoga, no me centro o no me sale bien el yoga, dice poco de lo que voy consiguiendo en mi práctica.

 

Hacer Yoga con mayúsculas es venir abierto a lo que el profes@r ofrece y transmite, y no venir con “mis exigencias”. Si no me gustan los ejercicios respiratorios o Pranayama, o si no me gusta la meditación, mejor me olvido del Yoga y salgo a caminar.

 

Hacer Yoga con mayúsculas no es salir de la sesión, llegar al vestuario y entablar conversaciones como si estuviera en un bar, a voz en grito. Es salir percertiv@, observando, sintiendo y disfrutando de lo que he conseguido con mi práctica y poder llevarla conmigo en mi vida durante los siguientes días.

 

Hacer Yoga con mayúsculas es un camino, una actitud, una disciplina, un estar abierto a todo, sino es así mejor buscar un gimnasio donde practiquen yoga en lugar de un Centro especializado en Yoga.

 

Hacer Yoga con mayúsculas implica mucho más que dos o tres sesiones semanales en las que no voy consiguiendo ni mejorar la postura por mucho que el profesor@ me insista, porque estoy bien como estoy, es intentar bucear un poco más en actividades relacionadas con el Yoga, asistir a talleres, encuentros, actividades de otros profesores, acudir al encuentro de un Gurú cuando se nos pueda presentar la oportunidad….es Crecer.

 

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

Sat Dharma Singh Khalsa…..un encuentro inolvidable.


Sigue la búsqueda, aunque a veces me detenga unos días, unos meses, unos años…pero ya se encarga la vida, a veces dulcemente y otras no tanto, de recordarme que debo continuar. En esos descansos que me tomo muchas veces me olvido de cosas sentidas y vividas en los cursos  realizados. Sentimientos y sensaciones experimentados que me hacen conectar de nuevo con todo lo que me rodea, pero sobre todo conmigo misma.

Al principio de esta búqueda hace ya más de veinte años, me apuntaba a todo y todo me servía, aunque mi Maestro me dijera que no necesitaba hacer ciertas cosas, porque «eso» ya estaba dentro de mí y que solo tenía que «dejarlo» salir. Pero claro, ¡qué sabría mi maestro!….el tiempo y la distancia le dieron la razón. Los años transcurridos, las experiencias buenas y no tan buenas, el encuentro con Maestros y los que van de maestros, la energía invertida, el dinero gastado, el «abandonar» a la familia un fin de semana tras otro en esa incansable búsqueda, fueron asentando las inquietudes y reedireccionándolas hacia donde ahora mismo me encuentro. Un momento este de trabajo, esfuerzo y de creación de cosas nuevas que me hacen sentir otra vez en el camino gracias a personas que van apareciendo y a otras que he ido abandonando.

Y en este punto ha aparecido aguien especial ya no solo para mí, sino para aquellos que están conmigo en el camino del yoga y sin los que mi proyecto no tendría razón de ser: Mis alumnos. Es a ellos a quien quise ofrecerles un taller especial de un tipo de yoga que experimenté hace muchos años y del que guardo un recuerdo imborrable: el Yoga Kundalini, y como cuando lo que se hace de corazón sale fluido, el maestro que buscaba para realizar el taller, estaba más cercano a mí de lo que hubiera podido imaginar. Porque ya no me sirve cualquier «maestro» o profesor, valoro mi tiempo, mi energía y esfuerzo en muy alta medida, así como el de mis alumnos y busco no famosos de turno que hayan escrito un libro o aparecido en tal o cual programa, sino aquellos que sepan transmitir lo que sienten, que se emocionan con su trabajo, con lo que están enseñando, que viven y vibran con lo que dicen porque solo así es como siento que deben de ser las cosas. Y llegó él: Sat Dharma Singh Khalsa.

Tuvimos nuestro primer taller de Yoga Kundalini y el maestro se ocupó de que esa sesión fuera especial, cuidó los detalles, nos cuidó a nosotros. Logró que las mentes quedaran fuera y abriéramos los corazones, que fuéramos un grupo de almas allí reunidas sintiendo que no éramos «nosotros», sino lo que realmente somos. Consiguió que cinco horas de taller se nos hicieran cortas, nos emocionó y nos hizo SENTIR, así con mayúsculas.

Lo siento por todos aquellos que por circunstancias personales, por miedo o dudas, no se decidieron a participar, porque sentir algo así, aunque solo sea una vez en la vida, deja huella y una hermosa cicatriz que particularmente no deseo ocultar. Desde aquí les invito a que busquen a este maestro y que cuando vuelva a darnos otro taller se acerquen a conocerle. Una inversión en sí mismos de la que puedo asegurar nunca se arrepentirán.

Aquellos que me conocen, saben que si algo no me gusta lo digo, no puedo ocultarlo porque cuando me preguntan mi cara no puede mentirles aunque me lo proponga, y que no sirvo para vender o comentar lo que no he sentido o me ha emocionado…y esto ha ocurrido, pero sé que su principal responsable ha sido la persona escogida para ello.

Recibe mi más profunda gratitud y la de todos los que estuvimos presentes en el encuentro Sat Dharma Singh Khalsa.

Sat Nam

Pratyahara…el quinto peldaño.

 

monjePara poder acceder a los niveles sutiles del yoga, tenemos que haber adquirido una cierta maestría con las técnicas anteriores y que ya fuimos describiendo anteriormente, pero también es necesario haber trabajado con el cuarto paso en este camino de evolución o conocimiento del yoga: el Pratyahara, que es la retracción o el retiro de los sentidos, llevarlos hacia adentro, aislarnos del torbellino de las emociones y pensamientos.
Los maestros de yoga advierten que para que la práctica del Pratyahara se pueda conseguir con éxito, el cuerpo tiene que estar libre de drogas, alcohol, tabaco y carne; haber realizado asanas y pranayama para así purificar el cuerpo y nuestras percepciones.
Hay personas que tienen más o menos afinidad con los medios a través de los cuales percibimos. Hay personas que se “alimentan” sensorialmente por medio del oído, otros a través del gusto, otros de la vista, otros del tacto…va a depender de nuestro carácter. En el Pratyahara lo que se intenta no es eliminar nuestras sensaciones o sentimientos, sino transmutarlos para que no nos dominen y se hagan dueños de nuestros actos. Aquí se toma contacto con ellos y se transforman en algo positivo. Como una vez me dijo un maestro: “Las emociones y sentimientos son energía con una intención que nos obstruye, y que una vez transformados seguirán siendo energía, pero con una intención que nos permitirá la liberación de ellos”.
Cuando aprendemos a liberarnos de las emociones que nos producen ciertos acontecimientos ( que insisto, no se trata de suprimirlas), podremos desvincularnos de ellos y observarlos a voluntad como ajenos a ellos, aprovechando su energía para ampliar nuestra conciencia y lograr que sea más plena, intensa y profunda.
Resulta que en occidente, debido a nuestro carácter y forma de vida, necesitamos de técnicas más específicas que nos ayuden a llegar a este punto que comentábamos de ampliación de la conciencia llamado Pratyahara. Y para ello está lo que en yoga se conoce como “ekagrata”. La ekagrata es la concentración en un solo punto, concentrarnos totalmente en un punto u objeto determinado y observar nuestro estado de ánimo y las variantes que se producen en nuestro estado mental y emocional. Esta concentración en un solo punto, que puede ser sobre un objeto o acontecimiento ocurrido nos permitirá una mayor lucidez sobre todos los aspectos de nuestra vida y sobre las situaciones que nos vayan ocurriendo. La ekagrata sería como el primer paso para llegar a un Pratyahara más pleno.533530_511263982237719_1283169583_n
Una vez que hemos conseguido esa concentración sobre un punto, el segundo paso a seguir es la plena conciencia de nuestros pensamientos que siempre manifestamos a través de imágenes, soliloquios, tragedias y alegrías pasadas o futuras…debemos armonizar nuestros pensamientos para armonizar nuestras emociones, ya que la energía emocional es más sutil y desgraciadamente, en occidente, más desconocida. Para armonizar nuestros pensamientos debemos observarnos en nuestro día a día desde que nos levantamos hasta que volvemos a dormir, deteniéndonos siempre a observarnos, mirarnos y escucharnos en aquellos momentos de más intensidad. Este “estar presente” en cada reacción a los acontecimientos cotidianos, permite que nuestra mente se vaya disciplinando y nos ayudará a saber cómo se va entretejiendo nuestra vida en un sinfín de acontecimientos, que no es ni más ni menos que el resultado de unas tendencias que nosotros mismos vamos imprimiendo. No volvemos observadores de nuestro propio pensamiento, y esto es importante: no se trata de pensar nuestros pensamientos, sino de observarlos.
Como nuestros pensamientos son más sutiles que nuestro cuerpo físico, al observarlos sin enjuiciarlos ni reprimirlos, poco a poco se van calmando, adquieren un ritmo, se van armonizando y al ser todo un reflejo de todo, cuerpo y mente se irán armonizando, las fronteras se irán desvaneciendo.

 

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

Asanas..tercer paso

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Algunos estudiosos le asignan al yoga una antigüedad que puede fluctuar entre los 3000 y 5000 años antes de Cristo, pero no se constata en ningún tratado de esta época que la asana tuviera un papel predominante dentro del Yoga. Fue con el advenimiento del denominado Hatha Yoga en el siglo XVI d. J.C. que la asana comenzó a tomar un papel protagonista. Aparecen los llamados manuales de Yoga: Hatha Yoga Pradipka, Geranda Samhita, Shiva Samhita, Gorosha Shataka…donde la asana (postura) y el pranayama (respiración), se plantean como elementos independientes del método de los ocho pasos o miembros planteados por Patanjali, como capaces de alcanzar por sí mismos la liberación.
Un proverbio yoghi reza “no hay Raja Yoga sin Hatha Yoga, ni Hatha Yoga sin asana”, subrayando la importancia de la postura dentro del método del Yoga.
Es con la práctica de las asanas o posturas, cuando comienza realmente la técnica del Yoga. Los yoga-Sutras las definen como ”estable y agradable”. El número de Asanas es inumerable y sus descripciones se encuentran en los tratados de Hatha-Yoga, y aunque podamos leer o ver en los libros como es una Asana, estas se aprenden a través de un maestro o gurú y en su defecto por un profesor experimentado, pero no por vía de la descripción.
Lo más importante en la práctica de las posturas es que van proporcionando al cuerpo estabilidad con un mínimo esfuerzo. Al principio de la práctica, las posturas nos pueden resultar incómodas e insoportables de mantener, pero poco a poco nuestro esfuerzo va encontrando su recompensa y se vuelve mínimo, siendo ese el objetivo…que el esfuerzo desaparezca para facilitar la concentración.
Cuando empleamos la palabra “estable” en las posturas, nos referimos a inmóvil, a la cesación de todo movimiento, sea voluntario o involuntario…tics, bostezos, parpadeos, acomodarse el pelo o la ropa, deben desaparecer, es inmovilidad absoluta. Solo desde ahí el practicante puede llevar toda su atención a lo que la postura le está transmitiendo, hacia donde “se dirige” la respiración” en la asana que está practicando y desde esa atención, concentración y “estar” ir avanzando en la técnica y en la práctica.
Otro punto necesario a tener en cuenta para una correcta práctica sería evitar la ingesta de alimento cuando vayamos a practicar yoga, y en caso que se haya de hacer que sea mínima la cantidad.
El lugar de la práctica debe de ser el adecuado. Siempre he dicho y me ratificaré toda la vida en ello, que un gimnasio, un centro deportivo o cultural, sea cual sea su definición, no reúne los requisitos para una buena práctica del Yoga. Debe ser un espacio alejado del ruido y cálido, en el que el profes@r no deba gritar para hacerse entender por los alumnos.
En el Hatha Yoga hay dos niveles, uno físico en el que intentamos superar nuestras limitaciones corporales y otro mental, ya que hay veces que la limitación y los miedos existen más en nuestra mente que en cualquier otro aspecto. Una actitud positiva hacia las posturas que nos son más incómodas nos pueden ayudar a ir evolucionando en ellas.
Lo importante de una correcta práctica de nuestras asanas, es que proporcionarán al cuerpo estabilidad, percepción corporal, higiene postural, reducirá esfuerzos musculares y evitará esa sensación de fatiga y enervamiento de ciertas partes de nuestro organismo. Regularán los procesos fisiológicos y nos permitirán un mayor “bien-estar” con nuestro cuerpo.
Este no es un camino fácil, ya he dicho y escrito en repetidas ocasiones, que el yoga es un camino, y no el ahora voy y mañana dejo de ir porque “me surge un no sé qué”. Quien realmente desee un cambio, tiene que empezar por eso mismo….por el cambio ante muchas barreras autoimpuestas, miedos y porqué no, prioridades equivocadas.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de Yoga

Niyama…segundo paso.

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NIYAMA
Para poder evolucionar y crecer conscientemente, no sólo debemos progresar físicamente con las asanas, sino que debemos tener así mismo un progreso mental, emocional y espiritual, pero todo esto debe ser acompañado con una base moral, sin la cual ningún progreso podrá alcanzarse.
Todos los sistemas orientales hacen incapié en la necesidad de un adiestramiento no sólo físico, sino a todos los niveles del ser humano. Y dentro del yoga, el comportamiento ético y moral está representado por los dos primeros pasos, Yamas, del que hablamos anteriormente y el Niyamas.
Para algunos Maestros, el Yama son contenciones (no matar, no mentir, no robar, abstinencia sexual y la no avaricia), mientras que el Niyama son disciplinas corporales y psíquicas, que el yoguin debe practicar junto con el Yama.

Hablemos de las disciplinas que componen los Niyamas
SAUCHA, que significa limpieza, pureza es el primero de los niyamas. Y eso implica no solo la higiene corporal, sino también a los buenos sentimientos y las ideas nobles, la sinceridad hacia uno mismo y hacia los demás. Mientras el baño y la higiene personal constituyen la limpieza externa, la práctica de asanas (posturas) y el pranayama (respiración) nos ayuda a limpiar nuestros órganos de toxinas e impurezas y nuestras mentes de las ideas impuras.
SANTOCHA, contentamiento. Se refiere a encontrar la felicidad en lo cotidiano, encontrar el lado bueno de las cosas, aunque bien es verdad que cuando la vida es grata con nosotros, esto es fácil, pero es ahí, cuando las cosas no son como las esperamos cuando se debe aplicar Santocha. Se trata de aceptar lo que está ocurriendo, pero no de RESIGNARNOS A ELLO, sino buscar en lo que está ocurriendo en ese momento, qué enseñanza debemos sacar y quizás qué es lo que debemos de cambiar. Todos los instantes que vivimos nos ofrecen la posibilidad de aprender y crecer, sabiendo desde lo más profundo que son solo eso…instantes.
TAPAS austeridad, disciplina. Suprimir lo supérfluo y que no nos conduce a nada Pero ante la palabra disciplina muchos abandonan, ya que la asociamos a un “deber, obligación” y nada más lejos dentro de la filosofía del yoga; aquí la disciplina viene del apasionamientos que el practicante siente por su crecimiento, es algo que viene “de dentro”. Cuando este tipo de disciplina interior se va asentando en nosotros, aquello que decidamos realizar o emprender estará acompañado por una firme voluntad. Si se quiere producir un cambio efectivo en nuestra vida, debe entrar en funcionamiento nuestra voluntad, ella es la combinación de la mente y la acción, la dirección consciente y la templanza de los deseos. La voluntad es el cambio conscientemente controlado. Su misión consiste en superar la inercia. La energía crea energía debido a la presencia de un impulso y éste es el de la voluntad que ha iniciado el movimiento y requiere la intervención de la consciencia. Corresponde a nuestra inteligencia del determinar cuál es el camino que nos corresponde a nuestra voluntad la misión de perseverar en el mismo y eso solo se consigue con disciplina.
SVADAYAYA auto estudio. El estudio de uno mismo, pero más allá de la intelectualidad y la razón. Implica ir tomando conciencia de nuestro cuerpo, qué nos dice, cómo los sentimos, mantener conversaciones con él y observar que le molesta y perturba. Estudiar nuestras emociones, nuestra mente y espíritu. Conocernos realmente, desde dentro. Saber donde proyectamos y hacia quienes lo hacemos, donde delegamos responsabilidades, conocer nuestros miedos, nuestras sombras….
ISVARA PANIDARA: La confianza en la vida. Es difícil esto en los tiempos que estamos viviendo, pero si somos realistas, no es una época peor que otra, es diferente, y cada momento en la evolución de las culturas ha habido y habrán altibajos, y todos, todos han pasado y el planeta y los que lo habitan han crecido un peldaño. Todo aquello que nos está sucediendo ocurre por algo que no es necesariamente malo, aunque lo percibamos así. Dejemos claro que tampoco se trata de sentarnos a esperar lo que la vida nos va trayendo, hay que ayudarle con el estudio, la observancia, el sentir y el actuar, pero dando gracias de que día a día se nos está dando una oportunidad para ir creciendo y que en el lugar que estamos es el correcto para ello, confiemos en nosotros, confiemos en lo que la vida nos tiene reservado.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

Primer paso: Yamas

 

201044_457870477606099_1542770185_oDentro de la tradición más antigua, Yoga es la unión de lo humano con lo divino, o la unión del Ser con la persona humana, y ha de realizarse por la vía de la conciencia, y como decía el maestro Marcelli: ”… y como la conciencia es producto del conjunto de experiencias del alma, el Yoga desarrolla las facultades de la persona humana para que tenga experiencias finas y profundas, y con ellas poder nutrir el alma”.
El verdadero trabajo del Yoga, ha de darse entre el Gurú, un auténtico Maestro, que no un profesor, y el discípulo, pero cada vez que alguien alcanza éxito dentro del mundo del yoga, surge quien quiere participar de ese éxito y forma una escuela o línea de yoga con un Gurú al frente y sus discípulos, que le ponen un nombre al estilo de su Maestro y así parece que ha surgido un nuevo yoga, cuando lo que ha ocurrido es que ha surgido una nueva línea de hacer lo mismo.
Ya se habló en otros artículos de que no todos nos acercamos ni deseamos los mismos estilos de yoga, hay quien se acerca al yoga a través del Hatha yoga, o bien del Karma yoga, Gnani yoga o tal vez del Bakthi yoga, estos cuatro caminos que para que realmente sean bien aprovechados han de converger en el Raja Yoga.
Dentro de todas estas corrientes y estilos, el yoga permanece siempre fiel a sus constantes universales y sus leyes fueron compiladas por Patanjali en su obra Los yoga Sutras.
Los Yoga sutras, están metodizados en ocho etapas (Asthanga Yoga) y el seguimiento de estas etapas en nuestra práctica y día a día, nos llevan al Raja Yoga.
El primer paso sería el YAMA, y viene a ser la etapa de la purificación o limpieza, y contiene cinco apartados:
AHIMSA: no matar o violentar. En realidad no podemos vivir si matar, ya que nuestra alimentación es carnívora. Se trata de no matar si no es necesario, el acaparar alimentos sin medida es una forma de violencia hacia nuestro entorno y hacia nosotros mismos. No voy a entrar aquí en temas de alimentación, ya sabemos que debemos de ser cuidadosos con lo que entra en nuestro estómago, porque de lo que comemos obtenemos la energía con la que crecemos y evolucionamos. Yama nos dice que también hemos de purificar el alimento de nuestra mente, de forma que también hemos de ser cuidadosos con lo que entra en nosotros a través de nuestros ojos y oídos ya que la energía que obtenemos de los alimentos la complementamos con las impresiones que recibimos de nuestro ambiente, de nuestros sentimientos, afectos, impresiones… Lo vulgar, procaz, corriente, embota nuestra capacidad moral y es una forma de violencia hacia nosotros mismos.
Ahimsa tampoco es ser impasible ante las injusticias o no defender lo que haya que defender, sino de tener cuidado, observar como lo hacemos. Es el cuidado y respeto hacia todo, pero sobre todo hacia nosotros mismos.
SATYA: no mentir. Es imposible vivir sin mentir, pero hay muchos tipos de verdad, y la nuestra no tiene por qué ser la única. Debemos estar dispuestos a vivir nuestra verdad, pero también a respetar la de los otros y que no tiene por qué ser la nuestra. Pero la peor forma de mentir es la que nos hacemos a nosotros mismos, cuando nos ponemos todo tipo de excusas para mantenernos dentro de “nuestra zona de confort” y no permitir que nuestra alma o nuestra conciencia continúe evolucionando.
BRAHMACHARIA: celibato. Este paso es algo difícil de entender dentro de nuestra sociedad, y como sería bastante amplio de tratar, baste decir que se trata del control de nuestra sexualidad, de nuestra energía creadora. El trabajo de la sexualidad debe darse en un nivel físico, emocional y mental, tres aspectos, que junto con los tres de mi pareja suma seis (sex-dual= sexualidad) y esto se trabaja con una relación estable y continuada.
APARIGRAHA: La no codicia. No se trata de ser pobre por el hecho de no ser codiciosos, sino en utilizar aquello que nos es necesario para vivir, evitar lo superfluo. Vivimos en una época en la que hay cantidades ingentes de cualquier cosa, alimentos, ropas, automóviles, electrodomésticos….almacenamos por almacenar, por si acaso….una codicia que está arrasando con nuestros recursos. Aparigraha nos habla de utilizar lo que nos haga falta para sacar las experiencias necesarias para nuestro crecimiento y después dejarlas para que puedan ser utilizadas por otros.
ASTEYA: No robar. No robar ningún tipo de bien material, pero también inmaterial: tiempo, energía, etc. este tipo de robo es muy común en nuestros días. Personas que se acercan a nosotros a pedirnos ayuda, pero que realmente lo único que desean es hablar y hablar sobre su mismo problema constantemente. No desean solución, solo que se les atienda y escuche cada vez que ellos lo deseen, sin importarles si están ocupando nuestro tiempo. Siempre vendrán con las mismas historias, conversaciones, problemas… son los llamados “vampiros energéticos”. Nos roban el tiempo e incluso la energía. Cuando alguien así se acerca a nosotros lo mejor es prestarles atención solo una vez, si no desea solución, lo mejor es apartarnos y no dejarnos robar.
Hasta aquí el primero de los ocho pasos que nos propuso Patanjali para una mejor realización y vivencia del Yoga, continuaremos con más…..
María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga.

Actitud correcta…….

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Poco a poco se acerca Septiembre y Agosto comienza alejarse, y con él las vacaciones, el tiempo libre, el no hacer nada y disfrutar de todo, pero yo qué queréis que os diga, ya tengo ganas de volver a poner cierto orden en mis horarios y en mi día a día, aunque bien es cierto que echaré de menos el poder dedicar tiempo a lo que me gusta.
Pero bueno aquí estamos de nuevo dando información a todos aquellos que se acercan por primera vez al yoga sobre cuáles son sus beneficios, qué van a conseguir, si se van o no a relajar, si van o no adelgazar y mil preguntas más que por mucho que intente responder no van a servir de nada si no se tiene la ACTITUD correcta. Nos acercamos al yoga porque hemos oído que a fulanita le ha ido bien, porque me lo ha dicho el médico, porque me comen los nervios, porque no puedo dormir y otras mil batallitas más…
Algunos preguntan y preguntan incluso cosas que no tienen nada que ver con el yoga, y sé que ni lo intentarán porque cuando  si uno está realmente decidido a practicar esta disciplina y está interesado en mejorar su calidad de vida o crecer como ser humano, no necesita recomendaciones de nadie ni que a su amiga le haya ido bien.
Yo les diría a todos estos posibles o imposibles practicantes, que primero se preguntaran así mismos que es lo que realmente buscan. Que intenten conocer qué desean cambiar en su vida y si están dispuestos a ello. Que intenten averiguar cuáles son sus patrones de conducta, emocionales, mentales, etc., que les ha llevado a lugar donde se encuentran y en el que no se sienten cómodos. Porque cuando comenzamos esta práctica y lo hacemos desde la concienca, el respeto y con disciplina hacia nosotros mismos, comenzaremos a reconocer esos patrones y esas actitudes que tenemos ante la vida. La práctica del yoga nos puede sacar de la rutina de la prisa y del hacer las cosas “por hacer”. Nos va a poner “ante nosotros mismos”, y puede que eso no nos guste. El simple hecho de permanecer inmóviles en determinadas posturas, en silencio y concentrados, ya nos va a suponer un reto en muchos casos insalvable, y entonces nos sabotearemos con cualquier excusa.
En mis años como profesora he observado que cada grupo mueve su energía, pero en todos, y por diferentes que sean sus miembros se repiten los patrones de conducta. El silencio y la inmovilidad hacen surgir dichos patrones. El alumno que es competitivo, siempre está en lucha contra sí mismo y contra los compañeros; el que es acelerado, no tolera estar inmóvil en las posturas y siempre estará moviendo o colocándose algo; el despistado nunca recordará como realizar una postura por más que la practique ya que mentalmente está en todas partes menos en clase; el controlador y desconfiado permanecerá toda la sesión con los ojos abiertos para controlar que sucede a su alrededor; el perezoso no dura un mes, o bien con cualquier excusa evitará avanzar en las posturas…Todo dependerá de los patrones de conducta que tengamos, y la práctica del yoga los refleja en nuestras sesiones.
Desde mi experiencia, he observado que pocos, muy pocos mantienen una actitud correcta para poder sentir y vivir el yoga, por lo que nunca entenderán ni podrán beneficiarse de todo lo que su práctica puede aportar en nuestra vida.

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Desde aquí puedo aconsejar ciertos pasos a seguir por si puede servir de ayuda:
Intentar entrar a clase como a un lugar sagrado. Permanecer los minutos que faltan para el comienzo de la clase en silencio y recogimiento, nos ayudará a calmar la respiración y los ajetreos mentales y comenzar más integrados nuestra sesión.
La respiración será el conductor de toda nuestra práctica. A través de ella percibiremos y sentiremos todo lo que va ocurriendo en nuestro cuerpo, porque es ella la que ayuda a mantener atenta a nuestra conciencia. Nos ayudará a sentir hacia qué sitios de nuestro cuerpo se dirige el beneficio de cada postura, con una práctica y respiración adecuada podremos sentir cómo la energía se concentra en un lugar determinado de nuestro cuerpo.
No se debe menospreciar los Yamas y Niyamas, ya que son las llaves para obtener ese cambio que deseamos en nuestra actitud ante las cosas. Hay que aplicarlos en la vida diaria, poco a poco, sin agobios, y observar como respondemos al intentar aplicarlos en nuestro día a día. Acceder a cursos, talleres o leer temas relacionados con el yoga y su mundo, teniendo cuidado de donde nos metemos, porque aunque el yoga no es una secta, muchos sí terminan transformándolo en algo parecido.
Llevemos cuidado con “los nuevos yogas” con nombres atractivos y que resulta que le ha ido muy bien a la famosa de turno. El yoga es YOGA sin más adornos ni florituras modernas. Otra cosa es que deseemos estar al día en lo último y ante esto yo aconsejo mejor asistir a un gimnasio, que otro día hablaremos de la diferencia entre practicar yoga en un centro especializado en esta disciplina o ir a realizarlo en un gimnasio.
Hay que desarrollar la paciencia. No vamos a conseguir en diez sesiones lo que hemos estropeado y maltratado durante años. No hay que tener prisa, debemos dejar que cada postura se vaya adaptando a nuestras circunstancias físicas y después ir mejorándola, no debemos de competir contra nosotros mismos.
Presta atención a qué músculos son los que realmente están haciendo el trabajo en determinada postura, y aprende a relajar el resto…siempre digo a mis alumnos que “podemos trabajar con los brazos sin tensar los hombros”.
Con el tiempo y si tenemos la suficiente paciencia y compromiso, en nuestra práctica podremos penetrar en nuestro interior y disfrutar de cada postura, porque cada una de ellas nos hará sentir de forma diferente, podremos “vivirlas” y disfrutar con su realización.
No debemos esperar adelgazar, relajarnos, concentrarnos, obtener flexibilidad….acerquémonos a su práctica abiertos, con ganas de aprender a conocernos, de poder sentir y dialogar con nuestro cuerpo, de cambiar actitudes y patrones de conducta, de mejorar como seres humanos….”todo lo demás” vendrá por añadidura.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga y Pilates.

¿Y aparte de relajarme….?

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Nunca comprenderé por qué la gente se acerca a un gimnasio o a un centro como el mío a preguntar por los horarios de yoga en el mes de Julio para comenzar en Septiembre, y justo cuando las actividades están al mínimo y a puertas de las vacaciones. Quizás sea porque al estar de vacaciones son más conscientes del estrés con el que han llegado al verano y se hacen la promesa de que no les volverá a ocurrir cuando comiencen de nuevo su rutina, sin ser conscientes de eso, que volverán a la misma rutina, tanto laboral, como emocional o intelectual.
Porque para que un cambio en esa rutina nuestra tenga lugar, necesitamos del auto-compromiso, y hoy en día no nos comprometemos con nada a no ser que nos pongan un sueldo por ello.
Todavía hoy en día, se acercan temerosos, aún existe ese temor al yoga como algo extraño y esa creencia de que “solo sirve para relajar”, y ante lo que ellos mismos dicen “yo no me relajo ni durmiendo”, mi escepticismo ante todo lo que les pueda decir sobre los beneficios que les puede aportar su práctica, suele ser una barrera infranqueable.
“¿Y aparte de relajarme que más voy a conseguir con el yoga?”, es otra de las preguntas más comunes. Pregunta que no por más veces repetida deja de sorprenderme cuando aquel o aquella que me la hace está sentado en el borde de la silla, con los brazos cruzados sobre el pecho y con un tic nervioso en el ojo, pasaré por alto mencionar como tienen la analítica sanguínea. Ante semejante cuadro y esa actitud, tampoco deja de sorprenderme la de veces que me he tenido que callar la respuesta que me hubiera gustado darle, por esto de ser políticamente correcta, porque ante algo así me encantaría poder responderle, que yo de él ya me daría por satisfecho si tan sólo consiguiera relajarme. De forma que “como no se debe ser tan franca”, aquí estamos los profesor@s intentando explicar algo que el noventa por ciento de los que se acercan no entenderán jamás.

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El yoga no nos va a dar nada de nada, si no nos comprometemos con su práctica. Ya está más que dicho que no es un deporte, no hay competición, no vale el hoy voy y mañana no porque estoy cansad@. Tampoco sirve el venir, realizar las posturas y ya está, sin atender absolutamente a nada más. El yoga no es eso en absoluto, es muchísimo más.
No sé lo que el yoga aporta o aportará a quien se acerca a él, se lo que ha logrado conmigo, pero mi experiencia no le sirve a todo el mundo, es mía, vivida por mí a lo largo de muchos años tanto de práctica como en escuelas iniciáticas. Años de seguir a un maestro y de estudio, y que me ha llevado hasta donde estoy ahora.
Así que a la pregunta de qué les aportará el yoga es muy complicado responder.
Cuando se comienza y se es disciplinado en la asistencia y nos comprometemos con nosotros mismos y el profesor, se logrará flexibilidad, estabilidad y equilibrio corporal. Tonificaremos y definiremos la musculatura. Se logrará higiene postural, mejorar la respiración y sí, también relajación.
Al mejorar la respiración, fundamental en el yoga, nuestro cuerpo se mantendrá mejor oxigenado, de ahí que las funciones de nuestros órganos internos mejoren, resultando de ello una mejora en nuestra salud física. Si nuestra respiración se calma, se tranquilizará nuestra mente. Una respiración alterada lleva a una mente desbocada, no vamos centrados en nada. La respiración pausada y serena ayudará a tranquilizar nuestros pensamientos, a enfocarlos en aquello que deseamos o que estamos haciendo, resultando de ello una mejor concentración.
La respiración correcta es así mismo la balanza donde juegan nuestras emociones. Si contenemos o alteramos la respiración esa balanza caerá del lado negativo, e iremos siempre irritados, enojados o crispados con cualquier cosa. Nos tomaremos todo aquello que ocurra en nuestra vida como algo personal y seremos reactivos ante cosas sin importancia.
Todos sabemos que cuerpo-mente van unidos, de forma que se empiece el trabajo por donde se empiece, sea el cuerpo o la mente, el otro de seguro mejorará.
En los años que llevo en esto he observado alumnos cuyas patologías físicas han mejorado de forma increíble e incluso han logrado detener ciertas dolencias. Y aquí suele ocurrir que ante esa mejora muchos alumnos “se descuidan” de nuevo y asisten a clase pero “sin asistir”. Es cuando me doy cuenta de que en lugar de seguir avanzando, comienzan a perder posturas que con el tiempo lograron alcanzar.
Yo a esto suelo decir que se “ha llegado al rellano entre el primer y el segundo piso”. Muchos se quedan ahí, otros bajan de nuevo a la calle (los que abandonan), pero otros y tras un tiempo de permanencia en “ese rellano” y si el profesor se compromete con su trabajo y ellos consigo mismos, comienzan de nuevo su ascenso.
Aquí observo cómo a la hora de terminar la clase, ahora prefieren quedarse en la postura de meditación en lugar de estar deseando tumbarse para la relajación. Su forma de realizar las posturas cambia, prestando atención a cada detalle, se les ve recogidos y observándose. Llegan a clase con tiempo, tranquilos y no pendientes del móvil o el wasthap. Al salir de clase apenas si hablan o comentan, prefieren disfrutar de lo que les ha dado su práctica de yoga….vinyasa-yoga
Son tantas y tantas las cosas que nos puede aportar el yoga sin necesidad de entrar en cambios radicales de alimentación o entrar en ninguna escuela iniciática, pero que siempre se puede hacer si se desea profundizar más,que me quedo en blanco cuando alguien me pregunta ¿Qué me va aportar el yoga?

 

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga