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El Sacro, ese gran desconocido

 

 

 

 

 

El sacro es una estructura ósea situado debajo de la vértebra L5 y encima del cóxis y entre los huesos coxales (íleon, pubis e isquion), con todos los cuales se articula. Está compuesto por cinco piezas soldadas (vértebras sacras) en forma de pirámide cuadrangular, que presenta una base, un vértice y cuatro caras (anterior, posterior y laterales). Sus alas sacras en las zonas laterales, se unen con las palas ciáticas de la pelvis. Contribuye a formar la columna vertebral y la pelvis. Su función principal es transmitir el peso del cuerpo a la cintura pélvica.
Al estar conectado a la pelvis por sus laterales, forma la pared pélvica posterior ayudando a fortalecer y estabilizarla. Unidas en el mismo extremo del sacro, se encuentran de 2 a 4 vértebras pequeñas y parcialmente fusionadas conocidas como el cóccix o «hueso de la cola» que brinda un leve soporte a los órganos pélvicos, pero realmente es un hueso de poco uso.
El borde anterior de S1 es sobresaliente y se denomina promontorio sacro. El vértice se articula con el cóccix. El orificio vertebral del sacro se denomina conducto sacro. Contiene las raíces nerviosas de la cola de caballo (raíces de nervios espinales situados debajo de L1). En las caras pélvicas y dorsal del sacro aparecen 4 pares de orificios sacros a través de los cuales emergen ramos dorsales y ventrales de los nervios espinales.
No voy a extenderme más sobre su estructura ni tampoco sobre los nervios espinales que pasan a través de él hacia las piernas. Si deseáis saber más y de las patologías que se pueden generar, solo tenéis que acudir a google donde encontraréis mucha información sobre ello.
Lo que aquí nos interesa es la importancia de esta articulación en nuestro cuerpo y de las graves molestias que nos puede ocasionar una patología en la que esté directa o indirectamente implicado.
Y lo vengo a decir porque ayer me llamó una de mis alumnas avisándome que tenía un dolor fortísimo en las lumbares, pero que estaba trabajando. Le respondí que si había podido ir a trabajar pese al dolor, podría venir a clase y que haríamos una sesión especial para su problema.
Así lo hizo y al llegar, me dijo que el punto del dolor lo tenía en el sacro, no en las lumbares. Le pregunté si alguna vez se había visto implicada en una accidente de coche en el que le hubieran golpeado por detrás o si había sufrido caídas repetitivas de “sentadillas” y me dijo que sí a esto último.
A veces no tenemos que tener pinzamientos o protusiones lumbares para sentir dolor en esa zona. Podemos tener afectado el sacro y decir que “nos duelen las lumbares”. En cualquier accidente de los que he comentado arriba, el sacro se va a ver afectado en nutación o contranutación, (hay muchos vídeos en youtube que pueden aclararlos esos movimientos). Y si no se resuelve, con el tiempo la cadera y toda la articulación sacroilíaca y cómo no las lumbares se verán afectadas. Sin mencionar que más adelante afectará a las rodillas, tobillos, pisada, dorsales y todo el cuerpo en general, ya que como se dijo más arriba, el sacro transmite el peso del cuerpo a toda la cintura pélvica. Y ese peso se verá distorsionado y mal desplazado.
El caso es que la clase fue especial para ella y su patología. Hicimos unas posturas combinando el yoga con movimientos osteopáticos que se pueden realizar en casa sin necesidad de ayuda externa.
Y esta mañana, bien tempranito, me encuentro con este mensaje en mi WatsApp:
“Buenos días Mjose, temprano te mando el mensaje, ¡¡pero no tengo ni un pequeño dolor!! Ni me duele al moverme, ni al sentarme. ¡¡Nada de nada! ¡Ha desaparecido totalmente!
Muchas gracias por dedicar la clase de ayer a esto mío. Ahora sabiéndolo, le tengo que prestar más atención a esa parte del cuerpo. No sabes cuánto tiempo he tenido este dolor.
Gracias infinitas”
Gracias a ella, por ser valiente, por confiar en lo que le dije y sobre todo por confiar en sí misma a pesar de las dudas que le hubieran podido surgir. Sabes que es tu «organo diana» y que tendrás que seguir trabajando con él.

Un placer “seguir haciendo tratamiento a través del yoga”

María José Rodríguez Pujante