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Karma Yoga

Es el yoga de la realización personal a través de la vida activa. La dinámica occidental está motivada por la acción, por el hacer, la conquista, la defensa de lo que consideramos nuestros derechos, por el reconocimiento a todo lo que hacemos, llegamos a pensar que si nos dedicamos a prácticas de meditación, silencio o concentración nos alejamos de todo lo anterior, de nuestro mundo, pero existe una disciplina hindú de autorrealización mediante la vida activa y esa es el karma-yoga: El yoga de la acción. Se trata de aprender actuar sin esperar resultados, renunciando a los frutos de la acción, para no quedar atrapados por el deseo de la posesión o del reconocimiento.
Para entender bien que significan o buscan las disciplinas yóguicas, tendremos que enfocarlo desde la perspectiva oriental. Ellos persiguen romper las cadenas de nacimientos y muertes a la que está sujeto el ser humano (reencarnaciones) alcanzando la total liberación mediante el desapego o el discernimiento, es la falta de esto lo que nos hace creer que todos los fenómenos de nuestra vida son reales, por lo que nos aferramos al deseo de posesión, y es este deseo el que nos encadena y dicta todas nuestras acciones.
“Toda acción que hagamos determinará en una serie de resultados, buenos o malos, según la índole del acto, El karma-yoga engloba los resultados derivados de esa acción no solo en el físico, sino también en el mental, emocional y espiritual, ya que cada acto generará un efecto que impulsará otra acción de la que surtirá otro efecto quedando así enganchados en una auténtica rueda de actos realizados sin conciencia ni atención.
En el karma-yoga es la misma acción la que sirve de vía para la evolución de la consciencia y el desarrollo de la sabiduría y para ello toda acción que realicemos debe ser lúcida, consciente y no esperar resultados de ella. Se actúa por amor a la obra, y los resultados sin han de llegar, llegarán, pero sin obsesionarse por ellos. Es el proceso el que cuenta.    
El karma-yogui hace lo mejor que puede en cada momento. Está presente en la acción y en ese momento, en el presente. Se centra en el aquí-ahora y todo aquello que realiza es desde el corazón, la tolerancia, la benevolencia. Todas sus acciones se convierten en meditación: si limpia, limpia, si canta, canta, si escribe, escribe….Actúa con la mente clara, alimentando pensamientos positivos, acciones desapegadas y conductas saludables. Actúa sin actuar, trata de ser el observador de todas sus acciones, sin involucrarse, sin apegarse ni encadenarse a ellas o sus resultados. No depende ni crea dependencias tratando a todo el mundo por igual, para él no hay nadie más importante que otro. Huye de la arrogancia, toda su vida es meditación: sus palabras, sus actos, sus relaciones, pensamientos. Lleva la contemplación a la actividad.
Para el karma-yogui nada es rutinario, su mente se estrena a cada momento, en cada instante ya que toda actividad es importante como medio de liberación. Alimenta en sí mismo el amor, la compasión, la ecuanimidad, la alegría, trabajando intensamente su ego por lo que no se siente afectado por ser aprobado o no, porque lo elogien o lo insulten. El cumple con su deber intentando cumplirlo bien en todos los sentidos. Vive la vida desde su centro, lleno de fuerza, serenidad, de amor. Todo sale del centro, busca percibirse más a sí mismo, qué es lo que hay detrás de lo que siente, piensa o hace, manteniendo la mente lúcida y la atención despierta.
El karma-yogui obtiene la plenitud al entregarse total y conscientemente a la vida y esa plenitud se da al desembarazarse y abandonar todo lo que ofusca su conciencia.
No hay que ser un estudiante de yoga para entregarse a la disciplina del Karma yoga, tenemos grandes personajes que se entregaron a la acción sin pedir nada para ellos. Teresa de Calcuta o Vicente Ferrer son grandes ejemplos de practicantes de Karma yoga.
No hay que olvidar que todos los yogas se complementan entre sí y que cada uno de ellos trabaja según la personalidad de cada practicante, pero conforme se va ahondando en una disciplina sus efectos se harán más profundos, por lo que otros aspectos de nuestra personalidad también resultarán beneficiados y esos resultados pueden acelerarse o completarse con otras formas de yoga.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga