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«Diátesis o terrenos»

 

Después de publicar el artículo sobre la rinitis alérgica, algunos me han preguntado qué quiero decir con eso “del terreno en que se presenta la enfermedad”. Haciendo un poco de historia fue Hipócrates quien hizo la primera selección según la cual los humanos teníamos dentro del cuerpo ciertos líquidos a los que llamó “humores”: bilis, bilis negra, la flema y la sangre y cuyo equilibrio determinaba el temperamento del hombre. Según su clasificación existen 4 tipos de temperamentos dependiendo de la predominancia de uno de los cuatro humores: pudiendo ser sanguíneo, melancólico, flemático o colérico según predominara un líquido u otro.
A esto se suma los descubrimientos del fisiólogo ruso Iván Pávlov quien enunció que las características del temperamento están dadas por el sistema nervioso que a su vez tiene tres características: fuerza, equilibrio y velocidad de correlación; de ahí que la combinación de estas características dan origen a los tipos de sistema nervioso que caracterizan a cada temperamento: sistema nervioso rápido y equilibrado (sanguíneo), sistema nervioso lento y equilibrado (flemático), sistema nervioso débil (melancólico) y sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado (colérico).
Las nociones de terreno es uno de los elementos fundamentales de la concepción en medicina natural y va a condicionar nuestra salud y enfermedad. Cada uno de nosotros viene con una genética determinada que podremos mejorar o empeorar con nuestros hábitos de vida y lucharemos con nuestros propios medios ante las agresiones externas de toda naturaleza (microbianas, químicas, psicológicas…). Si nuestras reacciones de defensa se encuentran sobrepasadas o inadaptadas el equilibrio interno se rompe, aparecerá un estado patológico cuyas manifestaciones dependerán del individuo o más exactamente de su terreno (no todos reaccionamos igual a los conflictos, podemos inhibirnos o alterarnos) por lo que ante una agresión cada uno reacciona siguiendo su terreno individual.
En una enfermedad aguda las reacciones dependen más del cuadro clínico de la enfermedad que del terreno del enfermo, pero en una patología crónica la manifestación reaccional del enfermo domina el cuadro clínico. Las enfermedades crónicas no afectan más que a los sujetos dispuestos. Son enfermedades del terreno (diátesis).
En Homeopatía por ejemplo se aborda el tratamiento de los enfermos crónicos con esta consigna: además de curar la enfermedad actual, hemos de sanar al enfermo en tanto que persona, con todo su potencial mórbido, y ello necesariamente obliga a una modificación progresiva del terreno. Con el tratamiento homeopático se persigue disminuir
el nivel de susceptibilidad mórbida del sujeto enfermo, para así evitar las recaídas de su patología y prevenir enfermedades que en un futuro podría padecer. En este sentido, el remedio homeopático se muestra muy útil en la terapéutica del terreno individual. Para los médicos homeópatas existen tres modos de reaccionar ante la enfermedad (terrenos o diátesis): el Psórico, el Tuberculínico y el Sicótico y dependiendo del terreno tratarán al paciente.
La oligoterapia distingue 4 diátesis principales o constitucionales que representan una predisposición a una serie de síntomas y trastornos así como a un comportamiento físico, psíquico e intelectual (en esto coinciden con los homeópatas), pero se suma una quinta diátesis, llamada de desadaptación con trastornos neuroendocrinos, que representa una desviación pasajera o no de otras diátesis. Lo normal es que cada persona sea una mezcla de varias pero con predominio de una de ellas y el tratamiento debe comenzar por esta diátesis que será la más evidente.
La diátesis uno o Artrítica o alérgica o hiperreactiva.
La diátesis dos o artroinfecciosa o hiporreactiva.
La diátesis tres o neuroartrítica o distónica.
La diátesis cuatro o anérgica y la quinta que como dijimos es de desadaptación.
Será el profesional el que mejor pueda determinar a qué terreno constitucional pertenecemos cada uno de nosotros por la forma que tengamos de vivir o sentir nuestra enfermedad y desde ahí poder tratar todos los aspectos de nuestro ser.

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga