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¿Infusiones o tisanas?

Porque aunque pensemos que son lo mismo, no es así. En primer lugar todo va a depender del problema que deseemos tratar y sobre todo del tiempo que decidamos emplear en mejorar nuestra salud, porque seamos sinceros, cuando entramos en el mundo de lo natural, es uno mismo el que se hace responsable de su salud y no el médico quién ocupa ese lugar. Hemos llegado a un punto en el que si por poner algún ejemplo fácil, tenemos el colesterol, triglicéridos, azúcar o tensión con niveles peligrosos para nuestra salud acudimos al médico, nos recetará  una o dos pastillas y a seguir con nuestro ritmo habitual de vida y alimentación. Aquí lo importante es que sea otro, en este caso el doctor junto con la medicación el que solucione mis problemas y que esto ocurra sin alterar poco o nada mi vida.

Pero aquí esta actitud no sirve. Es el propio paciente el que se pone manos a la obra para solucionar su “mal-estar”, y lo primero por donde se debe comenzar es por un cambio en nuestra dieta. Si no tomamos conciencia de que ese es el primer paso a realizar de poco nos ayudará nada que tomemos. Lo segundo es tabaco y alcohol fuera. Se me podrá decir que una o dos copas de vino al día no dañan. Puede ser, pero quizás para mi organismo es más nocivo una copa de alcohol que para otro individuo un litro, puede ser que mi cuerpo no metabolice bien el alcohol, y no digo que se haya de renunciar totalmente a ello, pero vamos a intentarlo una temporada hasta que ese “mal-estar” desaparezca. Luego ejercicio, y aquí no todos los deportes o actividades sirven. Lo ideal sería realizar algo que mantuviera nuestro cuerpo alargado, estirado, tonificado y relajado, cada uno deberá buscar el que más le convenga.

Una vez que hemos decidido introducir esos cambios podemos tomar algún elemento natural y comenzamos por lo más fácil de preparar: la infusión. El error aquí es que por cuestiones de tiempo se suele comprar  esas bolsitas que con introducirlas en agua caliente ya está la infusión hecha. Pues eso y nada es lo mismo excepto que el agua tiene algo de color.

Lo importante para que una infusión pueda hacer su efecto es que nosotros compremos la planta que necesitemos tomar. Que “veamos” realmente lo que preparamos. La proporción puede ser de unos 5g. de planta por 100ml. de agua, (el doble si se quiere para más tiempo). Llevamos el agua a punto de ebullición, entonces se vierte la planta, tapamos el recipiente y apagamos el fuego dejando macerar unos 5 ó 10 minutos. Colamos y a tomar endulzando siempre con miel o azúcar moreno.

La tisana es diferente, aquí se emplea la mezcla de varias plantas con el fin de potenciar su acción y si deseamos que su efecto sea mayor la dejaremos reposar más tiempo que la infusión. Las medidas que se dan son distintas, va a depender del profesional y generalmente lo harán por peso, pero yo prefiero hacerla por volumen, mi experiencia no me ha ido mal con ese método. Compro varias plantas para el problema a tratar y lleno un recipiente (puede ser un vaso vacío) con una de las plantas. Una vez lleno lo vacío en una bolsa o en otro recipiente más grande. Realizo la misma operación con la siguiente planta vaciando el vaso una vez lleno en el mismo recipiente que la primera planta y luego con la siguiente, (nunca empleo más de cuatro plantas distintas). Una vez tenemos la mezcla por volumen preparada la agitamos y mezclamos con nuestras propias manos, y esto es muy importante ya que impregnamos a las plantas con nuestra energía…y ya está, listo para preparar.

Se lleva a ebullición un litro de agua y antes de romper a hervir se añaden unas ocho cucharadas soperas colmadas de la mezcla de plantas. Tapamos el recipiente y se apaga el fuego. Yo dejo reposar unas cuatro o cinco horas. Las cuelo, las guardo al frío y las voy tomando según la necesidad (dos o tres tazas al día).

Se dice que hojas y flores no se deben mezclar en el mismo agua con frutos y raíces ya que necesitan temperaturas distintas para no destruir sus efectos, pero al realizarlo tal y como he indicado, da igual mezclarlas pues no llevamos a punto de ebullición unas y dejamos macerar las otras el tiempo suficiente para extraer los principios activos necesarios. Lo importante a recordar es siempre tapar el recipiente una vez hayamos vertido la planta para que los aceites esenciales no se volatilicen.

Un efecto más potente nos lo dará la decocción, pero ya hablaremos de eso…..

María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga

El hombre y las plantas

 

La O.M.S.  Dictaminó en 1978 “ que una planta medicinal es cualquier planta que en uno o más de sus órganos contiene sustancias que pueden ser usadas con finalidad terapéutica o que son precursores para la síntesis químico-farmacéutica.”

Los principios activos de una planta son aquellas sustancias que tienen capacidad para prevenir, aliviar o curar enfermedades. Estas sustancias pueden ser sintetizadas mediante procesos químicos por los laboratorios farmacéuticos con mayor potencia terapéutica y más específica.

Hay quien opina que los principios activos de una planta solo cumplen una función defensiva de la propia planta para defenderse de determinados agresores. Personalmente no opino así.

La naturaleza planta para nosotros exactamente lo que necesitamos y lo ha puesto ahí con una finalidad concreta. Ella no crea monocultivos ni elimina especies vegetales porque son nocivas para los cultivos, sino que crea una armonía entre las diferentes especies que se complementan unas a otras, evitando de esa forma las plagas y manteniendo el equilibrio en la composición del terreno. Las plantas, al igual que los seres humanos tienen sentimientos y entre ellas crean amistades y enemistades. Un ejemplo de muchos es el de la vid que no crece bien junto al laurel o el olivo y el roble que si se plantan juntos sus ramas crecerán dobladas en direcciones opuestas. Si estuviésemos más atentos a la naturaleza observaríamos plantas que se buscan y otras que se evitan.

Quienes realmente conocen, sienten y vibran con el mundo vegetal saben que en un entorno de cien kms. Del lugar donde viven, crecen aquellas plantas que les son beneficiosas puesto que vibran con su energía y con la del entorno. Hay comunidades orientales estrictamente vegetarianas que no han desarrollado determinadas enfermedades hasta que se han trasladado a otro país, en el cual a pesar de seguir con la misma alimentación comenzaron a manifestar patologías desconocidas para ellos en su país de origen. Ello es debido a que los vegetales, frutas y hortalizas de su comunidad contenían bacterias beneficiosas para su salud, y que no se encontraban en las que utilizaban en su nueva residencia quizás debido a la composición del suelo o del clima.

Las plantas medicinales no solo influyen en el cuerpo humano sino también en su alma. Hay médicos homeópatas que utilizando diluciones de determinadas plantas en D2000 y D6000 contra una enfermedad física, cambiaban también la naturaleza propia, el alma y el carácter. Y para aquellos que apunten que en homeopatía la planta está manipulada podemos añadir que es una terapia que carece de efectos secundarios algo que sí ocurre en los principios activos sintetizados químicamente.

Una planta es un laboratorio químico por sí sola, un universo único e irremplazable y aunque bien es cierto que algunas hay que tomarlas con precaución y otras pueden ser letales, cuando se utiliza la planta entera sus mismos componentes interactúan entre sí para ayudarnos. El gran inconveniente surge al sintetizarlas químicamente. En ese proceso “el alma” de la planta desaparece. Sabemos que se han hecho grandes progresos farmacéuticos y que con ellos se salvan vidas todos los días, pero también se han originado efectos secundarios que no tiene la planta original y que para esos efectos secundarios tendremos que tomar otra droga sintética que nos producirá otro efecto secundario…..

No rechazo nada, aunque bien es cierto que creo más en unas cosas que en otras y que siempre defenderé el SENTIDO COMUN. Busquemos el término medio porque es ahí donde hallaremos el equilibrio.

Vida sana, ejercicio, cuidar las emociones, las relaciones sociales, vivir con lo necesario, olvidarnos de las prisas (la inmediatez no conduce a nada) y sobre todo una buena alimentación.

Una cuarta parte de lo que comes te mantiene, las otras tres partes mantienen al médico”

 

María José Rodríguez Pujante, profesora de yoga