¿De dónde nos viene la inspiración, la necesidad de crear algo?, ¿cuál es el proceso por el que materializamos aquello que deseamos?, ¿cómo podemos dar forma de manera consciente a lo que deseamos realizar?
Todos hemos deseado o desearemos crear algo a lo largo de nuestra existencia, y no tiene por qué ser necesariamente complicado; puede ser pintar un cuadro, tejer una bufanda, encuadernar un libro, fabricar un aceite para masajes, elaborar un queso artesano o montar un negocio, da igual el grado de dificultad de aquello que deseemos crear, el proceso por el cual nuestra necesidad se verá materializada será el mismo.
En primera instancia surge un flujo que será el responsable de la inspiración y la creatividad, que nace de la potencias de nuestra alma. Ese flujo recogerá la inspiración de nuestro subconsciente y lo traerá a la conciencia despierta. Pero es un flujo que todavía no tiene forma, es simplemente una “inspiración”, para darle forma necesitamos visualizarlo, imaginarlo detalladamente. Crear en la pantalla en blanco de nuestra mente una película que incluirá hasta el más pequeño de los detalles, ahí es donde comenzamos a darle vida, donde vamos interpretando la información que surgió de la inspiración primera.
Una vez que tenemos formada la imagen de aquello que deseamos crear, hemos de saber expresarlo. Dar a conocer de forma clara y concisa lo que queremos. Divagar, las medias palabras, el no saber comunicarnos con la o las personas que pueden ayudarnos a realizar nuestro sueño, o no saber comunicarnos con nosotros mismos, puede hacer fracasar el proyecto.
Cuando hemos seguido estos tres pasos tenemos que conectar nuestros pensamientos con nuestras emociones, con el corazón, porque hemos de unirnos con ello, hacernos uno con ese proyecto. Pero aquí debemos ser cuidadosos ya que nuestras emociones nos pueden desbordar, y algo que en un principio era fácil o económico puede llegar a convertirse en un auténtico rompecabezas. Hemos de equilibrar nuestras emociones para saber retener donde sea necesario pero sin asfixiar nuestro proyecto. A veces retener es bueno, nos hace tomar medidas pausadas y sensatas, pero si los límites de esa retención son excesivos no dejará respirar a nuestra idea. Combinando sabiamente la retención con el dar, es cuando habremos unido de forma consciente el flujo espiritual de la inspiración, lo hemos convertido en pensamiento y le hemos dado una dirección a través de la energía emocional, hemos equilibrado lo mental y le vamos dando forma corporal.
Una vez superado esto, todo se convertirá en un trabajo más físico, hemos superado ya lo mental y emocional. En la medida en que las emociones representan la consciencia corporal de los deseos, en este punto tendremos que tener consciencia de cómo obtener esos deseos. Cuando nos vamos haciendo más conscientes de cómo funciona la energía nos vamos sintiendo con más poder y energía, pero no es el poder de controlar, sino el de combinar e interactuar con el mundo que nos rodea y tenemos que saber dirigirlo por la consciencia para que sea efectivo. Para tener energía no hace falta ser muy consciente pero sí para tener poder. Tenemos que comprender las relaciones entre las cosas, percibir y asimilar nuevas informaciones, crear e imaginar hechos que no están en el tiempo ni en el espacio presente y a medida que progresemos hacia un entendimiento más amplio de la consciencia, del mundo espiritual, de cómo trascender nuestras limitaciones hallaremos que nuestro concepto de poder se modifica.
Pero si se quiere producir un cambio efectivo en este punto de nuestro proyecto, debe entrar en funcionamiento nuestra voluntad, ella es la combinación de la mente y la acción, la dirección consciente y la templanza de los deseos. La voluntad es el cambio conscientemente controlado. Su misión consiste en superar la inercia. La energía crea energía debido a la presencia de un impulso y éste es el de la voluntad que ha iniciado el movimiento, y requiere la intervención de la consciencia ya que todos tenemos una vocación y la voluntad más auténtica no puede ser sino la de realizar esa vocación, ya que cuando la voluntad personal y la voluntad cósmica se aúnan urge dejarse llevar por ella. Corresponde a nuestra inteligencia del determinar cuál es el camino que nos corresponde a nuestra voluntad, la misión de perseverar en el mismo.
Y ya lo tenemos casi conseguido porque para que realmente nuestro proyecto tome forma física hemos de cambiar, y para que surja el cambio, tenemos que movernos, superar la inercia física, porque pensar, imaginar, expresar y sentir es fácil, no requiere esfuerzo ni desgaste físico. En este punto surgen las preguntas y dudas vinculadas a nuestra inercia y miedo al fracaso: “no tengo tiempo…. a mi edad…. no sirve para nada…” El cambio es un elemento fundamental de la consciencia, y ésta florece a partir del cambio. Mediante el cambio descubrimos la diferencia, crecemos conforme integramos lo nuevo en lo antiguo. Sin cambio no hay progreso, no hay movimiento ni vida.
Nos movemos por el placer, que es uno de los rasgos esenciales del ser humano. Si el deseo por conseguir algo es la semilla del movimiento, el placer es la raíz del deseo. El placer contribuye a una mejor comunicación entre mente y cuerpo porque mediante él aprendemos a relajar y eliminar tensión. Cuando obtenemos placer sintonizamos con nuestros sentidos y ellos nos aportan información del mundo que nos rodea y de sus manifestaciones; si ignoramos el plano de las sensaciones corporales nos privaríamos de valiosos sentimientos y emociones, seríamos impasibles y apáticos. Las emociones son la evolución de la consciencia a través del organismo. Cuando nos emocionamos se produce un movimiento de la consciencia a través del cuerpo y hacia afuera, hacia el mundo. Este flujo de consciencia nutre el cuerpo, lo purifica y lo sana. Es el flujo de nuestra fuerza vital, por el cual obtenemos el cambio.
Y es entonces cuando realmente se materializará lo que un principio fue tan sólo una inspiración que supimos visualizar, expresar, poner emoción y corazón, voluntad y nuestro poder personal, a la que añadimos el deseo de cambiar y el movimiento superando nuestros miedos e inercias, todo ello integrado de forma consciente. Y como dije al principio, se trate de una simple bufanda o de una gran empresa habremos de seguir este camino para dar vida a nuestro proyecto. Así funciona la energía creativa.
Sea un curso de cupcakes, de scrapbook, de fabricación de queso, de jabones artesanos, de ganchillo, de cocina o nuestro propio negocio, tenemos maravillosas oportunidades en nuestras manos para poder dar rienda suelta a nuestro proceso creativo y dar salida a nuestras emociones. Aquí os dejo enlaces muy interesantes….
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María José Rodríguez Pujante. Profesora de yoga